Buenismo


Este fin de semana lo hemos pasado en Utrecht. Como Holanda es un pañuelo, no acercamos el domingo por la mañana a saludar a Alberto Velasco y Pepe Garro que andaban por Wijchen juzgando en una monográfica de terriers.
Paseando entre perros y expositores, Carmen me hizo una de esas preguntas que suele hacerme, de apariencia inocente y contenido envenenado.(*)
- ¿Tú por qué crees que en casi toda Europa se ha prohibido cortar rabos y orejas a los perros?.
- Yo creo que es culpa de los buenistas.
- Y... ¿quienes son los buenistas?
- Son gobernantes europeos que legislan desde su supuesta superioridad  ética, desde la arrogancia que sólo la más absoluta ignorancia puede proporcionar. ¿Crees que alguno de aquellos diputados escandinavos que empezaron a predicar esta nueva religión buenista, ha cortado alguna vez en su vida el rabo a un cachorro de 2 o 3 días de vida?.
- Seguro que no.


Además, esos sacerdotes buenistas, son los mismos sujetos que defienden su derecho individual a infligirse las más disparatadas y aberrantes alteraciones estéticas sobre ellos mismos, sobre sus parejas y sobre sus hijos. Todo ello sustentado por argumentos que van desde el ejercicio de la libertad individual, hasta el de la salud psicológica. Pasando por el tortuoso "mandamiento único" del hedonismo nuevo: sentirse a gusto en tu propio cuerpo. 
Silicona en labios, tetas y culos. Veneno de serpiente y bótox. Chinchetas, aros y tatuajes.... todo vale para el sacerdote buenista. 
Según ellos, yo puedo decidir mutilar y alterar mi cuerpo, puedo autorizar a mis hijos menores de edad a hacerlo con los suyos, pero no puedo hacer lo mismo con mis animales familiares. 
Hipocresía y buenismo. Ya te digo.

(*) Como aquellas adelfas con las que dicen que, al parecer, en tiempos de la ocupación francesa por tropas napoleónicas,  los españoles invitaron a una abundante comida a los soldados de Napoleón, en la que, en los preparativos de la carne se usaron estacas peladas de adelfa para ensartarla y asarla, lo que provocó una gran mortandad en la tropa napoleónica.