Hipocresía y buenismo


En toda la Unión Europea, este mal se ha extendido como una plaga. Las cosas no son como queremos, sin embargo, nos basta con que lo parezcan. 
Los perros se identifican mediante microchips o tatuajes, se someten a rigurosos planes de vacunación... todo ello con carácter obligatorio. Si incumplimos estas normativas, estamos amenazados con gravísimas sanciones. Pero en la UE, parece que con que las cosas tengan aspecto de cumplirse, es suficiente.
Digo esto porque en la pasada mundial de Salzburgo, una vez que conseguíamos llegar a la puerta principal del recinto, para acceder a su interior, había que someterse a un control de acceso donde se inspeccionaba la identificación de los perros y su documentación sanitaria. ¿O quizá no? Yo desde luego, comprobé de primera mano que allí sólo se hacia como si.... pero que de verdad.... de verdad, nadie comprobaba nada.
Eso sí, se retenía a los expositores los segundos necesarios para crear una aglomeración, y así todos nosotros, organizadores y asistentes, ya parecíamos europeos rigurosos y diligentes.
Unos tontos del culo.