Indignación


Francia es país magnífico. Dotado como ningún otro de Europa de un suelo extremadamente fértil, de ríos caudalosos, de una infraestructura envidiable y de una historia apasionante, es un placer visitar cualquier pueblecito donde, a buen seguro, sus monumentos y su gastronomía nos cautivarán. 
Pues bien, Francia no podía ser perfecta y, lejos del tópico, de que está llena de franceses, la realidad supera mil veces a la ficción. 
La Sociedad Canina Francesa acaba de ser anfitriona del World Dog Show 2011 en París. Jamás una exposición canina había resultado más triste y deslucida. La tristeza no procede sólo del pacato carácter de los franceses, sino de su absoluta incapacidad para organizar un evento de tal magnitud. 
Controles de acceso inútiles, registros veterinarios innecesarios y faltos de rigor que sólo entorpecían el acceso a los pabellones, lugares para aparcar los vehículos a cientos de metros del pabellón, comisarios con el mismo conocimiento del idioma inglés que Rodríguez Zapatero, ausencia de horarios, montones de heces en todos los aledaños y pasillos de la exposición, cambios a última hora de ring y jueces…. en definitiva, un auténtico fiasco para miles de expositores. Sin contar con el robo que ha supuesto pagar 180 euros por un espacio en la grooming area, que no se podía utilizar por estar en la otra esquina del pabellón (corriendo el riesgo de no llegar a tiempo a los juicios) y de pagar 60 euros por aparca el coche donde se podía, sin tener para nada en cuenta el pabellón de destino de sus propietarios. 
Pero, al margen de esta pésima gestión (que no debería caer en saco roto) lo verdaderamente indigno ha sido el desarrollo de los juicios. 
Muchos sabíamos del chauvinismo que los jueces franceses tienen para con sus compatriotas, pero lo mínimo que se le debe exigir a un juez es que sea equitativo y que cumpla su deber. Todo juicio canino tiene su lado subjetivo. Juzgar un can no es fácil, y cada juez puede dar más o menos importancia a aspectos relevantes del animal (movimiento, presentación, arreglo, dentadura, aspecto general, etc.) pero todo ello con arreglo a criterios del Standard, y es más, a criterios de belleza y sensibilidad apreciativa del ideal de cada raza. 
En esta exposición canina, donde la mayoría de los jueces han sido franceses, y aquellos que han venido del extranjero no han sido representativos de su raza, dichos criterios de equidad y belleza han brillado por su ausencia… Y para ejemplo, un botón: 
El juicio de los Lakeland Terrier fue calamitoso, la jueza francesa "juzgaba correas" y poco más. 
El juicio de los Schnauzer Miniatura Negros sorprendió a propios y extraños. 
La jueza (también francesa) de los Schnauzer Miniatura N/P no sabía ni por donde se andaba, al margen de que fuese otra de la anunciada en catálogo, y de que el ring también hubiese sido cambiado a última hora. 
El juez francés de los Teckel Caninchen P/C provocó el estupor entre los presentadores y los espectadores. 
En definitiva, un exposición impropia de un país avanzado, y una falta de respeto para los expositores y visitantes que han gastado su tiempo y dinero invirtiéndolo en una afición que, como mínimo , debería ser recompensada con juicios equitativos y decisiones despolitizadas y asépticas. 
Todos hemos sentido una vergüenza propia y ajena. No nos los merecíamos nadie. Ni siquiera aquellos que han ganado injustamente, ya que ellos también han sido timados. 
Santiago Sarasa