Impeccable


La cortesía en Francia llega, en ocasiones, a extremos que a nosotros nos resultan casi cómicos. Por ejemplo, al ir a pagar el otro día en el supermercado un saco de patatas y dos hogazas de pan, la cajera calificó nuestra compra con el adjetivo “impeccable”. No puedo ni imaginar lo que habría dicho, si además, hubiéramos comprado algún kilo de carne o pescado.


Esta mañana, mientras limpiaba las perreras, he dejado conmigo fuera de los parques a Api (Rascals Farm Apalatin) y a Bailey (Falconcrag Giocoso). Ellos son dos machos muy galantes y extremadamente educados. Jamás les he visto en actitud desafiante con nadie, ni mucho menos envueltos en una pelea.

Me siguen a donde quiera que vaya, tantos pasos como doy yo, dan ellos. Pero esta mañana, al entrar en una nueva perrera para escobarla, he vuelto la mirada y los he visto a los dos allí, parados en la puerta, cediéndose cortésmente el paso el uno al otro. No he podido evitar sonreír y decirles: ¡IMPECCABLE!