Estoy convaleciente de mi último achaque. Son días en los que apetece poco cualquier actividad. Pero cuando la vida vuelve a aparecerse suavemente frente a uno, la primera tentación es la lectura. Entre los libros que tengo apilados sobre la mesilla de noche hay uno apasionante: Escapar del hambre y la muerte prematura 1700-2100 de Robert Fogel.
En primer lugar quiero dejar bien claro que este libro no se lo recomiendo a nadie, ni a mi padre. Es árido, está lleno de tablas estadísticas, de números y de citas. En fin, leerlo es casi una excentricidad, pero yo no puedo resistirme.
Robert Fogel obtuvo el Nobel de economía en 1993. En este libro expone sus observaciones y estudios sobre la relación existente entre fisiología humana y longevidad (entre lo que medimos y pesamos y lo que vivimos). Explica también la relación entre lo que hemos comido, lo que hemos crecido/engordado y lo que hemos vivido, a través de los tres últimos siglos.
-¿Qué tiene esto que ver con nuestros perros?-
- Mucho, muchísimo.-
Un dato. En 1705, los franceses probablemente alcanzaran cierto equilibrio entre los alimentos que tenían disponibles, su estatura media (161 cm) y un IMC (índice de masa corporal) de en torno a 18. Tan sólo 300 años después, su estatura media era de 174 cm y su IMC de 23. Redondeando ambos indicadores obtenemos un crecimiento superior al 10%. Este dato no es el mismo para la población inglesa, ni para la húngara o la norteamericana durante el mismo período. Esto quiere decir que se ha producido una forma de evolución humana que es biológica sin ser genética, rápida, transmitida culturalmente y no necesariamente estable.
Las mejoras de alimentación y condiciones de vida, han posibilitado que la raza humana haya conseguido un aumento de la esperanza de vida en los últimos 300 años (10 generaciones) mayor al producido en las 7000 generaciones anteriores.
Extrapolando algunos de estos resultados a nuestros perros: los whippets alimentados diariamente con un pienso para perros habrían incrementado su talla media 5 cm en los últimos 25 años (10 generaciones) los fox terrier en 4 cm, los espagneul breton en cerca de 6 cm, un braco de weimar en 7 cm, un rottweiler en otros 7, etc.
Tan sólo la selección de los ejemplares reproductores habrá conseguido frenar levemente este crecimiento desmesurado. Pero el problema existe. Está aquí.