La lección del maestro. Epílogo (IV)


Hace muchos años, uno de mis maestros me exhortaba a "convertir un menos, en un más". 
Yo nunca he tenido la tentación budista, ni he sentido la vena de la cultura oriental jamás en mi vida. Sin embargo, he aprendido que ni las victorias ni los fracasos, son nunca absolutos.
El otro día, llamé a mi amigo Alberto Velasco, para que me contara qué tal le había ido en la Eukanuba World Challenge:
-Bueno ¿Qué tal te ha ido?-
-Ha sido todo perfecto.-
-¿Ganaste?-
-¿El qué?-
-Coño ¿qué va a ser? la exposición.-
-No. Pero fue mejor todavía.-


Algunas veces, una conversación con Alberto se convierte en una especie de adivinanza. Él pone a prueba a su interlocutor y conviene intentar estar a la altura. Prosiguió:
-Yo estaba en la esquina del ring, donde había dispuesta una mesa sobre la que exponer las razas de tamaño pequeño. Era la final de grupo en la clase "breed by exhibitor". Todavía quedaban un par de perros por delante mio. El inmediatamente anterior, era el smooth de Claire Hoffman: muy bonito. Entonces, me di cuenta de que Peter Green estaba allí, viendo el juicio de cerca. Yo supuse que era debido a esa insaciable curiosidad (la que todavía tiene, a pesar de todos los años que lleva en esto) así que tampoco le di más importancia.
Llegó mi momento con Harry (Chelines Kissing Rainbows) entonces lo subí a la mesa y lo paseé lo mejor que supe. Él estuvo sensacional, parecía uno más entre todos aquellos "perros profesionales". Pero no sólo eso, a mí me pareció el mejor. Créeme Ignacio, se expuso impresionante. A partir de ese momento, yo me relajé. Tuve una sensación de plenitud... lo que había ido a hacer allí, ya estaba hecho. 
En ese instante volví a reparar en Peter Green. Seguía en la misma posición y no me quitaba la vista de encima. Para entonces, ya estaba completamente rodeado de un grupo de personas que le escuchaban hablar; en silencio, con respeto, como escuchan los alumnos a su maestro. 
A mí, me pareció extraño, pero por su gestos y por las miradas que me dirigian la media docena de personas que le acompañaban, tuve la sensación de que estaban hablando de nosotros (de Harry y de mí mismo).
La jueza terminó. No fuimos seleccionados. Salimos por la puerta del ring y allí estaban el señor Green y sus acompañantes esperándome. Me pidió cortésmente (como es él) que les enseñará a Harry. Yo subí el perro en una mesa que había allí cerca y le dejé a Peter Green que lo posará, lo manipulará y hablará sobre Harry al grupo de espectadores que nos acompañaban (que en ese momento, ya rondarían la decena). Peter dijo que hacía mucho, muchísimo tiempo, que no veía un Lakeland como ese. Me preguntó de dónde venía. Yo le expliqué que básicamente era todo mío, pero que diez, o doce, o quizá catorce generaciones atrás, Harry procedía de Foxden Flora, la Lakeland que él mismo me había vendido alrededor de treinta años antes.
Su lección magistral terminó, "sus alumnos" se fueron retirando poco a poco hasta dejarnos a los dos solos. Entonces, Peter Green me dijo que quería comprarme a Chelines Kissing Rainbows. A mí me sorprendió, así que le contesté que necesitaba pensarlo.
Pensé en ello los siguientes dos días y finalmente, decidí que Harry se quedaba en USA con Peter Green.-


¿Qué puede ser mejor que ganar? Sólo triunfar... supongo. Pero ¿qué es eso que puede parecer un triunfo sin ser una victoria?. La satisfacción que produce el reconocimiento del maestro.
The end.