Vamos a cazar


Tenía razón Ortega al afirmar que con la caza, el hombre cansado de ser muy siglo XX toma la escopeta, silba a su can, sube al monte y se da el gusto, por unas horas o unos días, de ser paleolítico. Mas don José Ortega omitió mostrarnos el reverso de la medalla, es decir, la satisfacción del retorno, cuando el hombre, cansado de ser paleolítico, silba a su can, toma su vehículo, pone proa a la ciudad y se da el gusto por una semana de ser muy siglo XX. En este juego entre los extremos reside, a mi juicio, el secreto placer de la caza.
El libro de la caza menor
Miguel Delibes