La galga no vendo, ¡lo dicho está dicho!
Yo tengo la culpa, por ser un bragazas.
En darte mil gustos según tu capricho.
Y a esto que me niego, tu llanto en la cara.
Ni voces, ni lloros, ni morros, ni gritos.
La galga no vendo, ¡lo dicho está dicho!
Sabes que te quiero, con amor tan grande
que no tié medida un amor sin juicio,
que me vuelves loco con hacerme un mimo.
Todo te lo he dao; tu gusto es el mío.
Vestidos de moda, abrigos bonitos,
el estar en casa, sin los mis amigos.
¡No bebas! no bebo. En casa quietico,
diciéndote cosas, con todos los chicos.
¿Me pides la Luna? La alcanzo de un brinco;
mas esto no puedo; mi mayor capricho.
La galga no vendo. ¡Lo dicho está dicho!
Ni plazos de mulas, ni trajes p'al chico,
ni comprar el huerto, ni arreglar la casa…
Solo la vendiera, con muchos suspiros,
pa las medicinas de ti o de los hijos.
La perra más buena de to esta comarca,
lista como el hambre, tierna como un niño,
dura como el roble, limpia como el brillo
de piedras preciosas de buenos anillos.
En liebres no hay perro que meta el hocico.
Noble en la pelea por su poderío.
Jamás en carreras nadie la ha vencido.
La quiero y me quiere con todo el delirio
de su ardiente raza, de su nerviosismo.
La emoción me embarga al correr tan limpio.
Todos los galgueros se enamoran de ella.
Y de ella se habla en todos los sitios.
Si a mí me conocen sólo es por la perra.
Y hablando de galgos mi nombre es oído.
¡Verla en manos de otro! Sería el rechiflo.
Afición del amo a la buena perra.
¡No hay oro en el mundo que compre el capricho!
Ya sabes, mujer, que es tiempo perdido.
Ni voces, ni lloros, ni morro, ni mimos.
La galga no vendo. ¡ Lo dicho está dicho!
Verla en manos de otro seria el rechiflo.
José Jara Ortega
Madrid 1969