Hace una semana comí con unos amigos. Fue una agradable comida, de las que me gustan cada vez más: opiniones diversas y larga tertulia.
Uno de los comensales era Chus Castejón. Chus se ha convertido en mi ministerio de ciencia y tecnología privado. A lo largo de este pasado año 2010, me ha ido descubriendo las mejores webs. También ha sido el responsable de que haya entrado en casa un ebook, el artilugio que ya está empezando a cambiar hasta mi forma de leer, y que tiene la culpa de mi vuelta (¿momentánea?) a los "más clásicos".
Pues bien, como continuación de nuestra conversación en aquella comida, Chus me ha escrito un correo proponiéndome varios temas, que pueden servirme para un futuro proyecto audiovisual que me ronda en la cabeza desde hace meses. Uno de los temas que me sugiere es "El Marques de Valdueza (no te imagines a un decadente aristócrata, es todo un
businnes man: vinos, buenas explotaciones agrícolas, etc) lleva años
tratando de conseguir que sean reconocidos como raza sus perros: perros de
rehala, una especie de mastines ligeros, mastín + podenco + grifón". Yo nunca había oído hablar de esta estirpe aristócrata de criadores caninos, así que en seguida me he lanzado a investigar más sobre ellos.
En http://www.mastines-espanoles.com he encontrado esta escueta reseña:
"El cruce con podenco se realizó, y se realiza hoy, con otra finalidad, y ha dado origen a un perro conocido como “Valdueza”, pues corresponde a un tipo que el Marqués de Valdueza empezó a criar en sus fincas de Piedrabuena hace mas de 35 años. Si las cosas fuesen como deberían ser los valdueza estarían perfectamente fijados geneticamente, sería el perro rehalero español, y podríamos hablar de una raza con méritos propios. Por desgracia la cinofilia oficial es tan miope que la gigantesca cabaña de perros rehaleros para ella no existe y los valdueza serán siempre unos mestizos."
Sin embargo, mi amigo Toño, tiene en casa todas las revistas de caza que se publican en España, y al preguntarle por el tema, en seguida me ha localizado en su archivo un ejemplar que contiene un artículo del actual marqués. Es interesante lo que cuenta:
LA REHALA DEL MARQUES DE VALDUEZA
Fue por los años cuarenta del siglo pasado, cuando D. Alonso Álvarez de Toledo y Cabeza de Vaca, marqués de Villanueva de Valdueza, inició su andadura por el mundo de la rehala, que no de la montería en la que ya tenía suficiente experiencia, conseguida a través de practicar esa modalidad de caza durante no menos de veinte años.
Junto a su buen amigo D. Julio Prado Valdés, contrataron a Novaliches para tener una rehala compartida entre ambos, situada en El Molinillo, finca esta de la familia del Duque de Veragua, a la que pertenecía Dña. Pilar Colón de Carvajal, esposa de D. Julio Prado. Poco duró esta aventura, ya que con Modesto "Novaliches", como el tiempo se encargó de demostrar, no se podía ir ni a la vuelta de la esquina.
Fue realmente después de comprar la finca El Casarejo en Piedrabuena, Ciudad Real, cuando mi padre desarrolló su idea sobre lo que creía debía ser una rehala, para algo tan español como es la montería.
Contrató en primer lugar a Gregorio Privado, hombre ya de edad, al menos así lo recuerdo yo que era por entonces un niño, pero que en breve plazo fue sustituido por Pedro Castro -Periquillo Valdueza-. Me remonto a septiembre de 1951.
Es a partir de entonces cuando ni padre en estrecha colaboración con Perico comienza a construir la que tiempo después sería reconocida como una de las grandes rehalas.
Mi padre tenía claro que quería un tipo de perro a conseguir por cruzamiento de podenco y mastina ligera, con el fin de obtener las mejores cualidades de esas dos importantes razas españolas, dando mayor resistencia al podenco al tiempo que le daba más ligereza al mastín y con buen olfato y buena "lengua" siguiendo a las piezas de caza.
La cría de los cachorros se hacía en nuestra finca Azagala (Alburquerque, Badajoz) con las mastinas que había para defender a las ovejas del ataque del lobo, y con podencos de la Campana que conseguía mi padre a través de un amigo suyo, Antonio Maestre, que tenía una finca en esas tierras andaluzas. Cuando ya estaban criados se le enviaban a Perico, para iniciarlos en la caza y engrosar ó reponer el número de perros de la rehala.
Poco a poco se fue consiguiendo el perro deseado, dejándose de criar cachorros en Azagala y criándolos en las perreras de Piedrabuena, donde al fin fue situada la rehala y donde está en la actualidad, aunque recientemente hemos tenido que construir nuevas instalaciones, al quedar las originales prácticamente dentro del pueblo, debido al crecimiento del mismo.
A finales de los años setenta, empecé a hacerme cargo de la rehala con Perico como perrero, por delegación de mi padre que ya estaba mayor. Fue a partir de 1987, al fallecimiento de mi progenitor, cuando me hice cargo total de la rehala.
Hemos sido y lo somos ahora aún más, muy rigurosos en la selección de los cachorros. Empezamos escogiendo bien las cualidades de los padres, valorando tanto su comportamiento en la montería como su aspecto morfológico. Sí el resultado del cruzamiento es positivo dejamos para nuestra rehala los necesarios, los cuales deberán a su debido tiempo demostrar su buen trabajo cazando.
A las monterías acudimos con unos 50 perros, que viene a ser la cabida del camión, con un perrero y un ayudante. Esto nos supone tener entre 60 ó 70 perros listos para montear a principio de la temporada, en previsión de bajas por muertes, por heridos ó simplemente por descanso cuando hay un apretón de monterías.
Con Perico las cosas funcionaban bien, como siempre, hasta que también a él le llegó la hora de jubilarse, lo que me preocupaba seriamente, por lo difícil que podía ser su sustitución.
Gracias a que mientras pudo, siguió al frente o muy próximo a la rehala, permitiéndome buscar al sustituto que se hiciese cargo de tan afamada recova, sin exceso de premura.
He de decir que no fue sencillo. Hicimos varias tentativas que no cuajaron, hasta que di con mi actual perrero Santiago Cano, con el cual me entiendo bien y quien ha comprendido lo que yo quiero.
Olvido decir que en un viaje que hice a París en los años ochenta, con motivo de una feria ganadera a la que llevamos ganado de España, vi una exposición de perros franceses, en la que me llamó la atención el Griffon Nivernais. Son blancos ó encerados y de buena talla. Indagué sobre sus cualidades, diciéndome que se usaban para las batidas de jabalíes, que eran valientes, que agarran al jabalí y que laten en su persecución.
Me las arreglé para comprar un macho, que vino a España en uno de los camiones en que volvía el ganado y que fue bautizado por Perico y sus hijos, llamándole "Fransuá".
Grupo de ejemplares de Griffon Nivernais
Le sacamos varias carnadas, pero redujimos el porcentaje de grifón en el cruzamiento, a no más de un 25%, lo que ha configurado el tipo actual de perro Valdueza, grande, blanco ó encerado, barbudo, con buen olfato y buena "dicha" tras la caza, capaces de agarrarla si ésta va herida o se para, pero sin ser el "agarre" el fin de nuestra rehala.
Siempre hemos querido y así continuaremos, que la rehala levante y persiga la caza para ser tirada por los monteros, no que la aprese antes de llegar a los puestos, salvo casos que por supuesto se dan, de un cochino que se pare y haga frente a los perros, en cuyo caso el perrero que le corresponda, debe rematarlo a cuchillo.
Ver salir del camión a nuestros perros, en la suelta de una montería, es un verdadero espectáculo. Salen como cohetes y en pocos minutos está el monte lleno de perros blancos, barbudos, con el rabo y las orejas arregladas, batiendo con la alegría que produce la ladra de los perros tras las piezas de caza y, acto seguido, oír los disparos de los monteros y las voces de ánimo de los perreros.
Alonso Álvarez de Toledo y Uquijo, Marqués de Villanueva de Valdueza.
Revista "Entre Colleras" nº V Marzo 2009