Malo malísimo


Sigo con mi búsqueda y estudio de los perros en la historia de la pintura española ¡Casi un desierto! La presencia de canes en cualquiera de las disciplinas artísticas a lo largo de la historia de España, es insignificante.
Como siempre, una excepción a la regla: Bartolomé Esteban Murillo (1617-1682) pintor barroco español nacido en Sevilla. Jovellanos dijo de él: "Yo he creído en tus obras los milagros del arte y del ingenio; yo he visto en ellas pintadas la atmósfera, los átomos, el aire, el polvo, el movimiento de las aguas y hasta el trémulo resplandor de la mañana."
En sus cuadros, tanto en los de temática religiosa como en los costumbristas, abundan los perros. En varios de ellos pueden verse pequeños perros lanudos de color blanco, del tipo del que pintó en su "Sagrada Familia del pajarito". 
Pero su "Retrato de Andrés de Andrade" me ha helado la sangre.


No consigo averiguar quién fue este señor, pero tiene la cara de malo malísimo. El cuadro puede servir como piedra angular sobre la que construir  un relato de terror inquietante. Murillo plasmó aquí "... la atmósfera, los átomos, el aire, el polvo..." del Mal
¡Ese gesto! ¡esa mirada! pero es que además... ¡ese perro! ¿lo usaba don Andrés para cazar esclavos huidos? ¿lo encerraba en una mazmorra, donde introducía a doncellas para observar cómo las despedazaba? Para nada bueno. Seguro.
Si el rey Carlos II, en vez de "Hechizado" hubiese sido un precursor de la socialdemocracia y políticamente correcto, debería de haber promulgado una Ley que regulara el "Régimen Jurídico de la Tenencia de Animales Potencialmente Peligrosos" sólo para este bicho.