La llamada de la tundra



Desde hace unas semanas, con la llegada del frío, Aretha ha empezado a sentir la llamada de la tundra.

La cosa ha llegado, en los últimos días, a niveles insoportables. Al anochecer, no había manera de hacerla entrar en su perrera. Ella buscaba la manera de quedarse a la intemperie, con el frío, la lluvia y la nieve. Cuando tras ofrecerle cien chuches diferentes, conseguíamos engañarla y encerrarla dentro, comenzaba un concierto interminable de lamentos y lloros.

Esta noche pasada, ha conseguido colmar nuestra paciencia. Le hemos sacado su colchón al porche, y la hemos dejado durmiendo fuera. Por la mañana, mientras limpiaba las perreras, ella ha entrado con disimulo y se ha echado en su cama. En pocos segundos, ha caído fulminada por el sueño más profundo.

Estaba agotada. Yo creo que no había pegado ojo en toda la noche, viviendo su aventura como una adolescente.