Uno entre un millón


Una exposición mundial canina en Europa es una acontecimiento enorme, se celebre en el país que se celebre. Esta afición ("el mejor hobbie del mundo", Alberto dixit) es capaz de movilizar todavía, en lo más profundo de la crisis económica que nos golpea, a miles de aficionados.
Esta última mundial, celebrada en París el pasado mes de junio, fue un acontecimiento descomunal. Junto con el de Crufts, ha sido el show más grande que he visto en mi vida. Cuatro días agotadores.
Como ya saben ustedes (si son seguidores habituales de este blog) en esta ocasión me vestí con mi disfraz de aventurero, y acudimos allí en una autocaravana. Ello significó que estuve viendo perros desde las seis de la mañana hasta la medianoche, todos los días.
Vi perros paseando con sus propietarios por la zona de camping, perros en peregrinación acudiendo para hacer paciente cola en los escasos y mal organizados puntos de acceso. También vi perros en las zonas de grooming, y en los alrededores del centenar de rings esperando su turno para competir, y vi miles de perros compitiendo por su clase o raza dentro de los rings.
Hago esta extensa introducción, para que comprendan ustedes que hay un momento en que el ojo del espectador más experto se relaja. Acabas por centrarte en una raza que te interesa o por seguir y analizar el ejemplar de un amigo, intentando aportar con tus comentarios un paso adelante, que ayude a hacer camino. Es imposible, es agotador fijar la mirada en los miles de perros con los que te tropiezas, todos los minutos del día. En mi caso, desde luego, muchos de ellos se convierten en invisibles. Intento concentrar mi atención en los que me parecen "especiales".


Pero aquel día, de repente, en una zona al borde de un ring, rodeado de otras decenas de perros, cajas y trastos, como un milagro se apareció ante mis ojos. Allí estaba, dentro de un parque, estático, mirando hacia el frente. Un teckel miniatura impresionante.
No es mi raza, aunque he conocido muchos. Algunos de mis amigos los crían o los han criado, en todas sus variedades de pelos y tamaños. A final de la década de los 80´s del siglo pasado, ya íbamos a Alemania para adquirir e importar algún ejemplar de caninchen (entonces, les juro que aquí en España se veían aquellos que importábamos... y dos más). Pero yo no me vuelvo loco por ellos, me gustan, como casi todas las razas, nada más. 
Sin embargo, aquel teckel miniatura, posando sólo dentro de su parque, inmóvil como una escultura, fue "el mejor perro" que vi en París. Fue uno entre un millón. Yo simplemente paseaba charlando con un amigo, pero me quedé absorto, epatado.... absolutamente impresionado. 
Cuando levanté la vista vi un grupo de "lujosas cajas y aparejos", las herramientas y el equipo de trabajo con el inconfundible logo del "lujoso afijo" Alpheratz Dachshunds. Era por tanto un perro de Quique, no podía ser de otra manera. Quique es en este momento, el criador/expositor español de moda en las exposiciones europeas. El ganador, el número uno.
Unas horas más tarde, hablé con él en presencia de otros amigos. Le conté la impresión que me había producido mi encuentro con su perro. Me contestó que era un perro joven y que de todos los suyos, había sido el peor clasificado en la exposición aquel día. ¡Ya no me cabía duda! si aquel perro no había obtenido ningún reconocimiento en aquella maldita exposición francesa, era una señal inequívoca de que era un fuera de serie.


El perro en cuestión se llama Alpheratz Just Do It. Acaba de ganar el grupo en clase joven en el Euro Dog Show 2011 de Holanda (esta sí, una exposición como dios manda). Su palmarés completo hasta la fecha (empieza a ser extenso como una novela) pueden consultarlo aquí
Si tienen oportunidad, acérquense al ring de los teckel en cualquiera de las exposiciones donde Quique y su perro compitan, seguro que me dan la razón.
¡Impresionante! ¡El mejor!.