¿sabe usted a qué hora termina esto?


Ayer, ya lo saben, fue el día de la exposición internacional en Zaragoza. Yo anduve un rato por allí, saludando a amigos y conocidos, conversando y sobre todo escuchando. 
Ayer vi buenos perros en el ring. Buenos perros bien presentados. 
La exposición sin embargo consiguió lo que parece ser un objetivo perseguido por los organizadores: aburrieron a los participantes y lo que es peor, consiguieron que el público se marchara aborrecido antes de las finales. 
Ya bien entrada la tarde, un caballero de mediana edad, con un niño cogido de cada mano, se acercó a mí. Los tres, componían una escena deprimente. Su aspecto no era el de una familia cansada, eran unos   derrotados. Aragoneses devastados. Aquel hombre me preguntó: 
- Disculpe, oiga, por favor se lo ruego ¿sabe usted a qué hora termina esto?
Yo no podía contestarle. Bueno, quiero decir que yo (como cualquiera) no podía responder con fiabilidad a esa pregunta.
¿Es infinito el universo? ¿Existe vida más allá de la muerte? ¿Qué sienten esos cuatro excéntricos de siempre al presentar sus perros en clase parejas? ¿A qué hora terminará esta exposición canina? Son preguntas que el ser humano, tan poderoso en algunas ocasiones y tan ignorante en otras, se formula a lo largo de su existencia, sin encontrar jamás una respuesta. 
Es curioso, nunca he podido entender por qué en España se necesitan dos horas más, para juzgar menos de la mitad de ejemplares que en cualquier exposición europea. Resulta un triste espectáculo esas finales de grupo y BIS, sin apenas público. Unas finales presenciadas únicamente por los expositores ganadores de raza (que serían descalificados si sucumbieran a la tentación de escapar del tedio) sus resignados familiares, y unos pocos ciudadanos despistados que no sabían qué hacer la tarde del domingo, con el equipo de fútbol local jugando fuera de casa. Muy triste, ya les digo.